Tus escenas de afanes desmedidas y desatinadas por miedo a perderme, me tortura la cabeza y destruye la calma.
Mantener nuestro noviazgo vivo requerirá de un respirador artificial y eso me está costando prácticamente mi salud mental.
Entiendo que todos tenemos algo de disparate, desconfianza desmedidas e incurables, pero no me someteré a tolerar locuras inexplicables.
Dices que me amas, pero manipulas,
trato de salir adelante, pero tú me llevas hacia atrás,
te resistes a cambiar y no haces nada por avanzar,
entonces no eres la talla que ando buscando.
A todo momento me transmites un sentimiento de posesión y te recuerdo, nadie es dueño de nadie, así que deja de ser tóxico.
Tengo una mentalidad sociable, abierta y me encanta llevarme bien con la gente, evita hacerme celos de cualquier tipo, no conviertas la relación en algo tóxico.
No controles todos y cada uno de mis movimientos, deja que la confianza y la amistad sea la base de nuestro noviazgo.
Los novios con control excesivo resultan asfixiantes, ¿Relájate! Mis días son de bastante contacto con las personas y evito los tóxicos.
Yo me permito pasármela bien, es mi derecho de hacerlo, no permitiré que representes la imposición total en mi vida.
En nuestra conversación de 100 palabras, 99 son manipuladoras, o sea eres el novio tóxico.
En cada situación complicada te haces la víctima, evitas responsabilidades y me haces sentir culpable, tu táctica de neurótico ya no te la creo.
Hacerme sentir culpable es una manera egoísta de tu parte, hablemos, aclaremos y digamos las cosas para que evitemos un noviazgo tóxico.
Los afanes en pequeñas dosis conservan un estilo romántico, los tuyos se han vuelto excesivos, enfermizos, reiterativos, considerándolo como una forma de controlar mi vida que jamás permitiré.
Eres tan tóxico que acabas envenenando mi vida, pero tan aditivo que no me permite escapar, sin embargo, pondré un fin a esta relación tóxica y destructiva para que me permita vivir.
Escaparé de mi novio tóxico, que envenena la relación, acaba con mi autoestima, personalidad, amigos e incluso mi salud, a ti te digo “Adiós”
Te quiero con demencia, pero tú no me quieres de la forma que yo necesito, haces que la relación se marque con heridas y que termine con una advertencia de desamor.
No dejaré que tu prepotencia destruya mi autoestima, tu egoísmo me aísle y tu egocentrismo anule mi personalidad, mi vida pide a gritos tener libertad.
Reconozco que estoy con un amor tóxico, no puedo evitar amarte con locura, pero ya no quiero estar perdida en tu imponente demencia.
Amarte fue una locura, tratar de alejarme de tu veneno tóxico es lo que me propongo, aunque ahora estoy atrapada conseguiré la forma de disipar tanta locura.
Debo admitir que lo más difícil es reconocer que eres posesivo, calculador, controlador, pero al salir de esa relación comencé a sentirme diferente y a vivir increíble.
Es hora de replantearnos si vale la pena seguir la relación, porque te has vuelto a extremo celoso, neurótico y controlador para no decirte a gritos que eres tóxico.
Fuiste mi decisión al enamorarme de ti, pero ahora eres mi opción de seguir adelante sin ti.
Tus celos han sido la principal causa de disputa y enfados, hoy decido ya no ser una presa del miedo a perderte, me libero y recobro mi espacio.
Tomemos la oportunidad de concebir una relación de novios desde otro punto de vista y dejemos los celos desmedidos y desatinados que ponen en riesgo nuestro amor.
Terminemos este noviazgo porque no refleja un futuro, solo mantiene un presente que hace daño, ahoga e intoxica.
Amarte es mi demencia, pero son más las tristezas que provoca que las alegrías que subsisten, continuemos que aún estamos a tiempo de seguir nuevos caminos.
Te aseguro que nuestra capacidad de vivir por separado nos traerá más dicha de lo que imaginas.
El final de nuestro noviazgo no resulto ser feliz, pero sí necesario.
Te lastimo porque me voy, en cambio tú me mataste con tus afanes desmedidos.
Me alejo de la compañía que me desgasta, tomo acciones para proteger mi salud mental.
Cuando ya no hay libertad, respeto, independencia o amor, entonces se llama posesión.